TRUMP REDIRIGE SU ATENCIÓN REGIONAL PARA FRENAR LA INFLUENCIA DE CHINA Y FORTALECER SU ALIANZA CON LÍDERES AFÍNES
Las amenazas militares contra Caracas y el respaldo financiero a Buenos Aires revelan el nuevo foco estratégico estadounidense.
Por: Héctor Báez
Estados Unidos ha perfilado a América Latina como un eje central en su estrategia geopolítica durante el mandato de Donald Trump, una transformación que abarca desde presión militar sobre Venezuela hasta rescates económicos a Argentina y diplomacia agresiva en la región.
El giro se observa claramente en acciones recientes: amenazas cada vez más explícitas contra Nicolás Maduro, autorizaciones para operaciones encubiertas de la CIA en tierras venezolanas y la presentación de un auxilio financiero de 20.000 millones de dólares para respaldar al gobierno de Javier Milei en Argentina. Estas medidas coordinadas reflejan lo que medios como SwissInfo identifican como la conversión de Latinoamérica en una “prioridad estratégica” para Washington.
Analistas estiman que esta política responde a múltiples objetivos: contener la expansión de la influencia china, controlar flujos migratorios hacia EE. UU., intervenir en el combate al narcotráfico —especialmente el fentanilo— y fortalecer vínculos con gobiernos afines ideológicamente.
Hasta ahora, Trump ha mostrado esta orientación con gestos simbólicos y prácticos: designaciones claves como la de Marco Rubio para dirigir la diplomacia latinoamericana, propuestas de acuerdos comerciales bilaterales, y sanciones o aranceles contra gobiernos considerados adversarios. En foros diplomáticos, ha condicionado su apoyo económico al éxito electoral de aliados en la región.
El análisis crítico señala riesgos considerables: esta política puede profundizar divisiones internas en los países afectados, aumentar la dependencia hacia Washington e intensificar el rechazo soberanista entre sectores nacionales. Además, la premura con que EE. UU. interviene en asuntos hemisféricos revive debates sobre injerencia, autonomía y equilibrio geopolítico.
Lo que parece un reordenamiento estratégico estadounidense no es un fenómeno aislado: encaja en una tendencia global de reconfiguración del poder mundial, donde América Latina recobra valor para las grandes potencias. Para los gobiernos latinoamericanos, la nueva presión exige maniobras diplomáticas complejas para preservar soberanía sin aislarse del sistema internacional emergente.
Comentarios